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Desaparecido | |||||
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Mapa político del Estado de Quito en 1811 | |||||
Capital | Quito | ||||
Idioma oficial | español | ||||
Religión | católica | ||||
Gobierno | República | ||||
Presidente | |||||
• 1811 - 1813 | José de Cuero y Caicedo | ||||
Historia | |||||
• Establecido | 1811 | ||||
• Declaración de Independencia | 10 de octubre de 1811 | ||||
• Creación del Reino de Quito | 22 de julio de 1813 | ||||
Población | |||||
• 1813 est. | 523 700 | ||||
Moneda | Real español |
Historia[]
La invasión napoleónica a España y la abdicación del rey Carlos IV, quien cedió el trono a su hijo Fernando VII, quien a su vez abdicó a favor del emperador francés Napoleón I, creó una tensa y caótica situación política en España y sus colonias americanas a partir de 1808.
Mientras la Casa Real española se rindió a Napoleón luego de las Abdicaciones de Bayona, el pueblo de Madrid se sublevó, y en todo el país se formaron "juntas", que eran unos gobiernos locales de carácter popular que aseguraban luchar por España y por el rey. La Junta Suprema Central, que gobernaba en nombre de Fernando VII, funcionó a partir de septiembre de 1808 en Aranjuez y Sevilla, y declaró en enero de 1809 que las colonias americanas eran territorio español; dando paso, sin advertirlo, a la posibilidad de que en América se formaran juntas similares.
Esta misma Junta Suprema Central, sin embargo, mostraría su preocupación por los nacientes movimientos independentistas y ordenaría su represión con la misma saña que luego lo haría el rey Fernando VII a su regreso al trono. No obstante, las Juntas de Gobierno de Hispanoamérica prenderían la mecha de la independencia en toda la región.
Primera Junta de Gobierno de Quito[]
Artículo principal: Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito
Esta coyuntura, el ejemplo de las juntas creadas por los propios españoles, la influencia de la Revolución Francesa y de la independencia de los Estados Unidos, inspiraron en Quito los planes para formar una Junta Soberana. En la madrugada del 10 de agosto de 1809 los rebeldes sorprendieron a los comandantes españoles de la guarnición de Quito y sitiaron el Palacio Real, obligando al Conde Ruiz de Castilla, presidente de la Real Audiencia, a capitular.
Se formó entonces la Junta Soberana de Quito bajo el liderazgo de Juan Pío de Montúfar, marqués de Selva Alegre; quienes tomaron posesión de la administración de la Audiencia en la sala capitular del Convento de San Agustín, el 16 de agosto. Ésta trazó los primeros bosquejos de lo que hoy es el Reino de Quito, creando sus primeras instituciones, como el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo, el Poder Judicial y las Fuerzas Armadas.
El 10 de agosto contó con masivo apoyo popular, pues cada uno de los barrios de la capital nombró nueve diputados al Congreso, que fueron en su mayoría los propios nobles quiteños, como los marqueses de Solanda, Villa Orellana, y Miraflores, así como profesionales ilustrados como Manuel Zambrano, Manuel de Larrea y Manuel Matheu, quienes conformaron por primera vez el Poder Legislativo quitense.
Tan pronto se conocieron los sucesos del 10 de agosto, los gobernadores españoles de Guayaquil y Cuenca respondieron con la brutalidad habitual en la época. En Cuenca, el gobernador Melchor de Aymerich y el obispo Andrés Quintián Ponte; y en Guayaquil, el gobernador Bartolomé Cucalón y Sotomayor, adoptaron severas medidas de represalia.
Desde Bogotá y Lima, los virreyes españoles despacharon con suma urgencia tropas para sofocar a la Junta Soberana. Así, poco a poco Quito empezaba a sentir la presión de los ejércitos realistas sobre sus hombros, desde el norte los contingentes de Panamá, Bogotá, Popayán, Pasto y Barbacoas; y desde el Sur los de Lima, Guayaquil y Cuenca.
Esto dejaba a Quito en una difícil situación, asediada por las fuerzas realistas, sin sal, sin armas suficientes y sin pertrechos. Finalmente, aislada, debilitada y bloqueada, el 24 de octubre de 1809 la Junta no tuvo otra opción que devolver el mando al Conde Ruiz de Castilla, negociando con él que no se tomarían represalias y permitiendo el ingreso a la ciudad sin resistir de las tropas de Lima y Bogotá.
Masacre del 2 de agosto de 1810[]
Artículo principal: Motín del 2 de agosto de 1810
El viejo Conde Ruiz de Castilla retornó al Palacio Real el 25 de octubre de 1809, entre los vítores de sus simpatizantes. En la cercana Ambato, el ejército de Melchor de Aymerich, con 2200 soldados se preparaba para ingresar a la ciudad, pero el Conde le ordenó retornar con su ejército a Cuenca, mientras esperaba la llegada de 700 hombres procedentes de Guayaquil, al mando de Manuel de Arredondo. En total, los españoles tenían una fuerza militar de 3500 hombres sitiando Quito, por lo que Ruiz de Castilla simplemente disolvió la Junta, y restableció solemnemente la Real Audiencia.
Luego persiguió y encarceló a algunos de los cabecillas del 10 de agosto, obligando a los otros miembros a huir y esconderse. Con la ciudad ocupada por el Ejército colonial de Arredondo, Ruiz de Castilla ordenó a la Audiencia el inicio de procesos penales contra todos los patriotas, que fueron detenidos en su mayoría, al menos los que no tenían títulos nobiliarios.
El 2 de agosto de 1810, se produjo un motín popular, conocido como Motín del 2 de agosto de 1810 con la intención de liberar a los presos. Tras el motín estuvieron Juan de Dios Morales y Juan de Salinas, otros, como Juan Rodríguez de Quiroga, desconocieron del intento, por lo que sus hijas que lo visitaban se vieron envueltas en la refriega.
Los quiteños atacaron dos cuarteles: el Presidio, donde estaban detenidos los presos de menor importancia y que eran la mayoría; y el del Real de Lima, donde estaban los dirigentes. Los soldados del Real de Lima respondieron asesinando a los presos en los calabozos del piso alto, y luego salieron a la calle a enfrentarse con la turba. Durante la tarde, se produjeron choques en los barrios de San Blas, San Sebastián y San Roque, mientras los soldados saqueaban las casas más ricas del centro. Entre 200 y 300 muertos y por los menos medio millón de pesos en pérdidas dejó la criminal represalia ordenada por Ruiz de Castilla y Arredondo.
Segunda Junta de Gobierno[]
Artículo principal: Segunda Junta de Gobierno de Quito
Tras una travesía de cuatro meses desde España, el 9 de septiembre de 1810 entró en la ciudad de Quito el coronel Carlos de Montúfar, en su calidad de Comisionado de la Regencia de la Junta Suprema Central de Sevilla, recibido con honores por el Conde Ruiz de Castilla pero con algo de recelo por el resto de autoridades españolas, que veían descontentas el hecho por tratarse del hijo del Marqués de Selva Alegre, quien había presidido la Junta de Gobierno independentista el año anterior.
Carlos de Montúfar llegó en circunstancias en que gobernantes y gobernados se miraban, más que con desconfianza, con odio; y en las de que el Presidente de la Audiencia todavía conservaba mil hombres de guarnición, y esperando que llegaran las tropas que había solicitado a los gobernadores de Cuenca y Guayaquil.
Tan pronto arribó, el joven Montúfar decidió convocar una nueva Junta a la que se denominaría de Gobierno, y que estaría presidida por un triunvirado conformado por él mismo, el Conde Ruiz de Castilla y el obispo de Quito, José de Cuero y Caicedo. Más tarde Ruiz de Castilla sería depuesto, no sin antes obligarlo a dar la orden de retirada a las tropas de otras provincias que aún permanecían en la ciudad, aunque procurando que dejaran algo de armamento.
Entre el 22 y el 25 de septiembre se realizaron diferentes reuniones en la Sala Capitular del Convento de San Agustín, en la misma se nombraron los miembros y representantes de la ciudad a la Junta Superior de Gobierno. Se eligió un Diputado por cada cabildo de la Real Audiencia, dos representantes del clero y uno de cada barrio importante de la ciudad de Quito, escogidos estos últimos por el método de electores.
Así, el 25 de septiembre de 1810 se estructuró el gobierno de Quito, plasmado en la definición de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo, y Judicial. El poder Ejecutivo estuvo presidido nuevamente por Juan Pío de Montúfar, e integrado por Pedro Quiñones Cienfuegos, Calixto Miranda, Ignacio Ortiz de Ceballos y Jacinto Sánchez de Orellana. El poder Legislativo estuvo regido por Antonio Tejada, el provisor Manuel Caicedo, Luis Quijano, José Salvador, Miguel Suárez y José Ascázubi. Finalmente, el poder Judicial estuvo conformado por Javier Gutiérrez, Juan José Mena y Luis González. Con la conformación e instalación de la Junta Superior de Gobierno de Quito se establecieron las bases para organizar política de la provincia.
Una de las primeras decisiones de la Junta fue declarar la amnistía a los sucesos acaecidos en agosto de 1809, permitiendo el regreso de quienes habían huido. Se restableció las tropas juntistas, dotándolas del armamento que habían logrado retener de las tropas panameñas y limeñas que se habían retirado previamente.
Al conocer dichas decisiones, el virrey peruano José Fernando de Abascal comenzó a sospechar de los verdaderos deseos de Carlos de Montúfar, y detuvo el embarque de aprovisionamiento al Cuartel de Quito, sosteniéndole en Guayaquil bajo la excusa de dificultades de transporte. De la misma manera se detuvo en Guaranda a las tropas limeñas comandadas por el general Arredondo, bajo la premisa de que no existía alojamiento ni víveres en el puerto para el momento de su llegada y embarco de regreso, manteniéndolos en caso de ser necesarios.
Utilizando su calidad de Comisionado de la Regencia, Carlos de Montúfar envió comunicaciones para ser recibido en las gobernaciones de Guayaquil y Cuenca, pero las autoridades de estas se negaron a recibirlo. De hecho, la de Guayaquil se había declarado separada de la Provincia de Quito y del Virreinato de Nueva Granada, para ligarse al Virreinato del Perú. Por este mismo motivo sería el virrey peruano Abascal quien le contestaría: «(...) desconociéndole como Comisionado del Rey, pues no he recibido ninguna comunicación al respecto. Y aún en el supuesto de que fuere tal Comisionado no se puede extender demasiado las facultades que se la ha concedido, hasta el extremo de dictar leyes y organizar Juntas que turban la paz y tranquilidad de estos pueblos».
Para ejercer la misión a él encomendada por la Junta Suprema Central, y conocer con certeza la posición del pueblo guayaquileño, el 20 de septiembre Montúfar envió una carta dirigida al Ayuntamiento de la ciudad en la que explicaba su cargo y desconocía de su parte la arbitraria y abusiva separación que de esa Gobernación había hecho el Virrey de Perú, sin disposición especial del Virreinato de Nueva Granada, a cuya jurisdicción pertenecía. Ocho días después dirige nuevamente una carta a nombre de la Junta de Gobierno firmada por él mismo y el Conde Ruiz de Castilla, solicitando la designación de los representantes de Guayaquil para su conformación, electos mediante convocatoria de los cuerpos y nobleza.
El Ayuntamiento de Guayaquil, en sesión celebrada el 28 de septiembre con presencia de Francisco Gil, Vicente Rocafuerte y Francisco Javier Paredes, conoce la carta de Montúfar y sus intenciones de visitar la ciudad; a la que responde: «(...) respecto de esta Provincia, está quieta y tranquila, sin necesidad de otras reformas y disposiciones que las que ha tomado el excelentísimo señor Virrey del Perú (...) y respecto de que este Cabildo no puede hacer nada que no sea conforme a lo que el el referido excelentísimo señor tenga bien en disponer en este asunto, detenga su viaje».
De igual manera la Junta de Gobierno quiteña recibió respuestas negativas del Ayuntamiento de Cuenca; quedando relegada a los territorios de Quito, Ibarra, Otavalo, Esmeraldas, Latacunga, Ambato y Riobamba. Por su parte, el Virrey peruano nombró como nuevo presidente de la Real Audiencia a Joaquín de Molina, que tras su llegada a Guayaquil el 7 de noviembre, subió hacia Guaranda y desde allí comenzó a organizar la ofensiva contra los rebeldes.
Campaña del Sur[]
Para finales del año 1810, el presidente Joaquín de Molina ordenó detener la marcha a las tropas limeñas y panameñas que habían salido de Quito tras la orden del Conde Ruiz de Castilla, y que se encontraban en tránsito hacia sus territorios. Estas se establecieron en Guaranda al mando del general Manuel de Arredondo, junto a un pequeño contingente guayaquileño dispuesto por el gobernador Francisco Gil para acompañar al Presidente en su campaña para retomar Quito.
Tras recibir la negativa a sus emisarios para que las tropas acantonadas en Guaranda se retiraran, el coronel Montúfar resolvió tomar el mando de la tropa de 1.500 efectivos que se había concentrado en Riobamba y que estaba del lado de la Junta quiteña, comandado por el capitán Francisco de García-Calderón. El ejército quitense consistía en un batallón con 7 compañías de 800 hombres, siete batallones de dragones con 300 soldados, una compañía de artillería con 100 hombres, y otra de milicias con 300 jinetes de pistola y lanza al mando de los comandantes Joaquín Zaldumbide (riobambeño) y Marcos Guillén (guayaquileño). A ellos se sumaron mil indios provistos con hondas.
Las semanas siguientes el ejército patriota se moviliza entre Ambato y Riobamba, consolidando su control sobre el territorio de la Sierra central. Mientras tanto, el presidente Molina, quien no tenía idea de que las tropas de la Junta de Gobierno eran más numerosas y estaban bien provistas, ordenó a su ejército atacarlas mientras él viajaba a Cuenca para establecer el Gobierno realista junto al gobernador de esa provincia, Melchor de Aymerich.
El 10 de enero de 1811 ambos ejércitos se enfrentaron por primera vez en el Combate de Guaranda, pero cuando los realistas se vieron superados decidieron huir desordenadamente hacia la Costa, dejando en la ciudad municiones, equipaje y cuarenta mil pesos que pertenecían al rico comerciante Simón Sáenz de Vergara, que sirvieron para pagar a la tropa juntista.
Montúfar, dispuesto a no darles tregua, los persigue en su retirada y los vuelve a enfrentar el 16 de enero en la Batalla de Alausí, donde ganan una vez más y provocan la huida de Arredondo hacia Naranjal para esperar al ejército cuencano. Sin embargo, muchos de sus oficiales y tropa continuaron escapando hacia Guayaquil para embarcarse en lo que pudieron y regresar a Lima o Panamá, dejando al destacamento con muy pocos hombres.
En Cuenca, el presidente Molina ordena al gobernador Aymerich ponerse al frente de las tropas y marchar hacia Cañar para frenar el avance del ejército de Montúfar. Según informe del 11 de febrero, provisto por el capitán Antonio García de Tréllez, el ejército realista contaba entonces con 582 soldados bien provistos, y una fuerza indígena de 2260 hombres menos preparados y armados. Estos se encontraban divididos de la siguiente forma:
- 93 hombres de caballería en Azogues
- 90 hombres al mando de Francisco Dávila
- 76 hombres al mando de Baltasar Polo
- 76 hombres al mando de Antonio Serrano
- 115 hombres al mando de Ignacio Valladares
- 79 hombres al mando de Francisco Carrasco
- 129 hombres al mando de Ignacio Rodríguez 129 hombres
- 1137 indios honderos al mando del sargento Vásquez Prieto Araujo y otros mandones de
Chuquipata
- una compañía de 1123 hombres compuesta por fusileros, lanceros blancos sueltos e indios honderos
El 17 de febrero se produce el Combate de Paredones, en el que un grupo de 500 efectivos quitenses atacó a una avanzada realista de 180 soldados prontamente socorridos por 200 adicionales que fueron enviados a toda prisa por Aymerich. Pero cuando las tropas quitenses sumaron 150 soldados más y habían tomado 50 prisioneros, los españoles se replegaron a Cañar y luego a Caspicorral.
En su retirada los españoles se refugian en Cuenca mientras los patriotas se ubicaron en Caspicorral, desde donde propusieron la rendición a sus adversarios, que no aceptaron pese a que la gran mayoría de ciudadanos cuencanos sentía simpatía por la Junta y las acciones adoptadas por Montúfar. No obstante, ante el posible ataque un gran número de cuencanos evacuo la ciudad, incluido el obispo Andrés Quintián de Ponte, quien se dirigió a Guayaquil.
Acto seguido, al no tener el respaldo suficiente para defender Cuenca y con su autoridad debilitada, el presidente Joaquín de Molina presentó la renuncia irrevocable y abandonó de inmediato la ciudad con rumbo a Lima, manifestando en el documento que lo hacía para que la Gobernación recibiera en paz a sus hermanos, es decir a los quiteños.
Entre tanto Montúfar, que permanecía en las cercanías a punto de replegarse hacia Cañar para volver a Quito debido a las dificultades del clima y la falta de pertrechos, recibió con sorpresa la noticia de la renuncia de Molina y la invitación del Cabildo a ingresar en la ciudad, por lo que se lanzó arriesgadamente a tomarla. El 21 de febrero se produjo el Combate de Cuenca, un pequeño enfrentamiento contra las tropas leales a Aymerich, que tras la deserción de 800 de sus milicianos, huyó con algunos de sus hombres hacia Naranjal, donde se reagrupó con Arredondo a la espera de ayuda del Virrey peruano.
Montúfar dejó al capitán García-Calderón al frente de los asuntos políticos y militares de Cuenca, y regresó a Quito para mediados del mes de marzo. Allí se encontró con el conflicto que existía entre sanchistas y montufaristas, partidarios del Marqués de Villa Orellana y del de Selva Alegre respectivamente. Los primeros propugnaban los ideales de una independencia total, mientras que los segundos proponían mantenerse dentro de la nación española, pero con un mayor nivel de autonomía.
Campaña del Norte[]
Alentados por los contundentes triunfos del ejército quitense en el sur, a mediados de 1811 la Junta de Gobierno envió hacia el norte una fuerza militar liderada por el capitán Pedro de Montúfar, acantonado en Tulcán, con la orden de Tomar Barbacoas y Pasto. El 16 de julio tomaban la primera casi sin resistencia y oficiaban un Cabildo abierto en el que, además, incorporaba la isla de Tumaco y su puerto, buscando suplir con él la falta que hacía Guayaquil.
Pasto, en cambio, fue tomada el 11 de septiembre, convirtiéndose en el bastión militar más importante del norte, desde donde debieron repeler los intentos de anexión de la Confederación del Cauca.
Independencia y Congreso constituyente[]
Para el 9 de octubre de 1811, la Junta de Gobierno volvió a declarar desobediencia al virrey de la Nueva Granada, reivindicando los valores de la Junta de 1809. Para entonces el Virrey de Perú ya había despachado nuevas tropas al mando del general Toribio Montes, que además recibió el nombramiento como nuevo presidente de la Real Audiencia de Quito en reemplazo de Molina.
Como reconocimiento a la colaboración de los riobambeños con los ejércitos, el 11 de noviembre la Junta de Gobierno le concede a Riobamba el tan ansiado título de ciudad y al territorio circundante el grado de Gobernación. El 16 del mes siguiente una Asamblea de vecinos elige como primer gobernador a Juan Bernardo de León, que fue inmediatamente confirmado por el Congreso del Estado de Quito.
Cuando en la ciudad de Quito se conoció sobre el contingente realista que estaba por llegar a Guayaquil, los ánimos de los diputados de la Junta se exacerbaron y muchos montufaristas comenzaron a apoyar la tesis sanchista de una independencia total, por lo que el 10 de diciembre el Conde Ruiz de Castilla fue obligado a renunciar a la presidencia de la Junta, siendo sustituido por el obispo José de Cuero y Caicedo, partidario de la tesis sanchista.
Al día siguiente, el 11 de diciembre, se proclamaba solemnemente la independencia del Estado de Quito, ya sin ningún vínculo con la Corona española. Inmediatamente se convocó a la elección de representantes para el Congreso de los Pueblos Libres, que comenzó sus reuniones entre el 8 de enero y el 14 de febrero de 1812, en el ahora Palacio de Gobierno.
Participaron doce diputados representantes de Pasto, Barbacoas, Ibarra, Otavalo, Quito, Latacunga, Ambato, Guaranda, Riobamba, Cuenca, Loja y Zaruma. Además, hubo tres representantes de la iglesia, uno por el Cabildo eclesiástico, uno del clero regular y otro del clero secular; así como un diputado de la alta nobleza y otro de la baja nobleza.
El resultado de este Congreso de mayoría sanchista fue la redacción y promulgación de la Constitución del Estado de Quito, que sancionada el 15 de febrero, establecía una forma de Gobierno republicana, con división de poderes y que prorrogaba a los diputados como miembros de la primera legislatura por un periodo de dos años.
Desde su inicio el Congreso buscó mermar el poder de la familia Montúfar, por lo que hizo llamar al capitán sanchista Francisco de García-Calderón y lo elevaron al grado de general de los Ejérictos, con lo que se convertía en la máxima autoridad militar. Por su parte, a Carlos de Montúfar lo ascendieron a general de división asignado a la defensa del Sur (Cuenca) en reemplazo de García-Calderón, logrando así que su fuerte figura se aleje de la política en la capital.
A Pedro de Montúfar lo elevaron también al grado de general de división, manteniéndolo al frente de las tropas en el norte (Pasto). Al Marqués de Selva Alegre, en cambio, lo eligieron como vicepresidente del Congreso, convenientemente dejado por debajo del Marqués de Villa Orellana.
Campaña de la Costa[]
Mientras esto sucedía en Quito, en la Costa llegaban las tropas enviadas por el virrey peruano José Fernando de Abascal y Souza, compuestas por soldados de infantería y artillería comandados por el coronel Antonio María del Valle, que se agruparon en Naranjal con las mermadas fuerzas de Melchor de Aymerich y Manuel de Arredondo.
El 1 de abril de 1812 el ahora general Francisco de García-Calderón sale de Quito con un ejército de 500 soldados que aumentaron a 700 mientras recorría las ciudades andinas, sumándose números importantes en Latacunga, Ambato y Guaranda. El 10 de junio llegaron a Cuenca, donde estaban acantonados 1.700 hombres al mando del general Montúfar.
Unos días más tarde partieron 1.500 hombres hacia Naranjal, divididos en tres batallones comandados por el coronel Feliciano Checa, el sargento Manuel Aguilar y el propio general García Calderón. El 24 de junio tuvieron el primer encuentro con fuerzas realistas que se encontraban organizadas en las elevaciones de Molleturo, apoyadas de gran cantidad de indígenas que hicieron rodar piedras sobre las huestes patriotas. Con el empleo vigoroso de la caballería quitense, los realistas acabaron replegándose nuevamente hacia Naranjal en desbandada.
El 12 de julio los quitenses atacaban nuevamente a los poco menos de mil efectivos realistas en la Batalla de Naranjal, considerada uno de los mayores triunfos de los patriotas pues les permitió el control de la Costa sur y parte del Golfo de Guayaquil. Tras vencer lograron tomar preso al general Arredondo, pero Aymerich y al menos 700 de sus hombres huyeron una vez más. García-Calderón decidió establecer en Naranjal su centro de operaciones militares, descansando junto a sus hombres en lugar de avanzar directamente para tomar el puerto guayaquileño.
El 21 de julio llegó sorpresivamente a Guayaquil un nuevo contingente de 397 soladados realistas comandados por el general Toribio Montes, que además había sido nombrado presidente de la Real Audiencia por el Virrey de Perú. Junto a él desembarcaba también el hábil coronel Juan Sámano, que llegaba huyendo de Santafe tras la destitución del virrey neogranadino Antonio de Amar y Borbón.
Al conocer el escenario bélico Montes decidió hacer de Guayaquil su bastión de operaciones, decidido a proteger la ciudad que consideraba vital para ahogar económicamente a la rebelión quitense. Ordenó que a sus 397 soldados veteranos llegados con él desde Lima se unieran los 700 hombres del ejército cuencano de Aymerich, igual que las milicias guayaquileñas compuestas por 418 soldados, logrando así un nada despreciable ejército de 1.515 hombres, a los que se sumaron cerca de mil indios en calidad de porteadores.
Montes ordenó que Melchor de Aymerich se pusiera al frente de las tropas frescas que habían llegado de Lima, haciéndolo su segundo al mando, mientras que a Sámano lo puso a comandar las fuerzas que habían llegado huyendo desde Naranjal. Desde un inicio se hizo evidente los desacuerdos entre Montes y Aymerich, pues el primero pensaba en una campaña de reconquista lo más pacífica posible, mientras que el segundo estaba embebido de venganza por las derrotas que le habían infringido.
Ante la noticia de la llegada de Montes y Sámano, el Congreso envió un mensaje de desaprobación a García-Calderón por no haber tomado Guayaquil de manera inmediata y así haber frenado el desembarco de ambos, lo que ahora complicaba el panorama. Al mismo tiempo ordenaba al general Montúfar dirigirse hacia Guaranda para detener el avance de las tropas realistas que habían tomado aquella vía para evitar Naranjal y entrar directamente en la Sierra central.
Al mando de 1.200 hombres entre cuencanos, riobambeños y ambateños que se le unieron en el camino, Montúfar no logró llegar a la ciudad a tiempo, pero interceptó a Aymerich el 2 de septiembre en la Batalla de Mocha, cerca de Ambato, obligándolo a replegarse a Guaranda. Allí recibió al coronel Checa con mil hombres adicionales que habían estado en Naranjal, pasando a asediar al ejército realista por varios días.
Pese a estar en contra, Aymerich siguió la orden de Montes de retroceder nuevamente hacia Bodegas (actual Babahoyo), donde tuvo lugar el combate final en la Batalla de Aguas el 12 de noviembre, en la que Montúfar capturó a Arredondo y lo juzgó insitu, condenándole a la horca por sus crímenes contra los quiteños el 2 de agosto de 1810. La aplastante victoria de Montúfar hizo que Aymerich y Sámano se replegaran con menos de la mitad de sus hombres hacia Guayaquil, donde se encontrarían con la desaprobación del presidente Montes.
Montúfar había recuperado la confianza del Congreso y el pueblo quitenses, pues se alzaba como el vencedor final sobre los realistas y el vengador de la masacre que estos habían cometido en 1810, por lo que fue nombrado nuevamente general de los Ejérictos quitenses. Por su parte, García-Calderón recibió órdenes de no ingresar en Guayaquil hasta que lo hiciera Montúfar, lo que significaba la pérdida de su gloria y la degradación a general de división.
Campaña de Guayaquil[]
Tras los desconcertantes hechos sucedidos con el ejército realista, en Guayaquil el gobernador Francisco Gil y el presidente Toribio Montes esperaban impacientemente un nuevo contingente de soldados provenientes de Lima, pues sabían bien que en las condiciones en las que habían quedado, la ciudad no resistiría un ataque de los quitenses, quienes habían hecho de Bodegas (Babahoyo) su nuevo centro de operaciones militares.
Por su parte las tropas quitenses, conocedoras de la ventaja numérica que tenían y al haberse quedado una vez más con gran parte del armamento realista, se dispusieron a asaltar Guayaquil para incorporarla al territorio. Sin embargo, con todo planificado para iniciar la marcha en los primero días de enero de 1813, Carlos de Montúfar detuvo el avance para darle un último intento a la vía diplomática.
Desde finales de diciembre de 1812 Jacinto Bejarano había estado escribiéndose con el líder quitense para contarle sobre la situación del puerto y cómo podría ser liberado sin intervención militar, Montúfar decidió confiar en sus planes no sólo debido a que podía someter la ciudad fácilmente en cualquier momento, sino debido al apoyo que el guayaquileño había mostrado en 1809 a la Primera Junta.
Bejarano se encargó de convencer a los hombres más importantes de la ciudad con argumentos sobre los intereses comerciales que podría traerles la emancipación, sobre todo el de poder exportar de manera directa con nuevos socios, y no sólo con la Metrópoli como les obligaba las leyes españolas. Así, los complotados se reunieron el 12 de enero en la casa de José de Villamil para trazar los pasos a seguir, siendo el más importante el de convencer a la mermada tropa de plegar a su movimiento.
La mañana del 16 de enero se presentaron en casa de Bejarano los generales de granaderos y milicias, que convencidos por Villamil y el joven oficial Francisco de Paula Lavayén, aseguraban el triunfo de la revuelta guayaquileña que tan necesaria era en los planes de Montúfar. Esa misma noche Bejarano fue el encargado de comunicarle al gobernador Gil que había sido destituido de su cargo, que ahora sería ocupado por Villamil.
Montúfar ingresó en la ciudad la tarde del 8 de febrero, tomando posesión de la gobernación en nombre del Estado de Quito. Se entrevistó con el general Montes, permitiendo que los realistas abordaran un barco con rumbo a Lima, incluidos él y el depuesto gobernador Gil. Tras tomar posesión del puerto, decidió permanecer en la ciudad hasta mediados de abril para repeler los ataques de los barcos enviados desde Lima, para lo cual encargó a Villamil la construcción de una pequeña Armada.
La zona norte, correspondiente a la actual Manabí, fue anexada casi de manera pacífica por el gereral García-Calderón, gracias al apoyo de los caciques Vicente Jalca de Jipijapa, Santiago Lucas de Montecristi y Manuel Soledispa de La Canoa. El delicado estado de salud del presidente Cuero y Caicedo hizo que Montúfar tuviera que regresar de manera urgente a Quito, convocado por el Congreso, por lo que ascendió a Bejarano de coronel a general de la División de la Costa.
La presidencia de Montúfar[]
Carlos de Montúfar llegó a la ciudad de Quito el 6 de mayo de 1813 e inmediatamente fue propuesto por los montufaristas como candidato a la presidencia del Estado, por otra parte los sanchistas propusieron al Marqués de Villa Orellana, hasta entonces presidente del Congreso. Una tercera candidatura, promovida por los diputados recién llegados de Guayaquil y Puerto Viejo, fue la de Jacinto Bejarano.
La elección se llevó a cabo en el seno del Congreso el 10 de mayo, en la que resultó ganador Montúfar con diez votos de los 19 diputados presentes; Sánchez de Orellana obtuvo siete y Bejarano dos. Los sanchistas apelaron la elección con el argumento de que el cargo de Presidente era incompatible con el de jefe de los Ejérictos, pero en la sesión del día siguiente se acordó por doce votos que no tenía precedente y podía ocupar ambos cargos.
La tarde del 11 de mayo Montúfar juramentó como presidente del Estado, e inmediatamente se puso al frente del Gobierno con la promesa de defender la integridad del territorio emancipado. El ex presidente Cuero y Caicedo se retiró a la Hacienda de Chillo Compañía, propiedad del Marqués de Selva Alegre, donde falleció el 10 de diciembre de 1815.
Las primeras acciones de Montúfar estuvieron encaminadas a proteger las fronteras norte y sur, así como a apagar los focos realistas de Pasto, Guayaquil y Loja, labor llevada a cabo por los generales García-Calderón, Bejarano y Ante respectivamente. Para garantizar la lealtad de la tropa se priorizó el pago de salarios a la tropa y en segundo lugar a los oficiales; así mismo se pusó énfasis en el entrenamiento de los soldados recién enlistados.
En lo administrativo nombró a sus ministros de Estado: el coronel Feliciano Checa en Guerra, el Marqués de Solanda en Hacienda, el doctor Salvador Murgüeitio en Gracia y Justicia, y el doctor Luis Quijano en Asuntos Exteriores. Solicitó al Congreso que realizara la división territorial del país, para después nombrar gobernadores a José de Villamil en Guayaquil, Manuel de Larrea y Jijón en Pasto, al general Ramón Chiriboga en Cuenca y a su hermano Javier de Montúfar en Puerto Viejo.
El 8 de julio propuso al Congreso la creación de dos condecoraciones para los ámbitos civil y militar, de las cuales sólo fue aprobada una: la Orden de los Andes, destinada a reconocer los logros y servicios a la patria en el campo militar. Para los reconocimientos civiles se restauró la Orden de San Lorenzo, que había sido creada por la Junta de Gobierno de 1809.
El 21 de julio de 1815 falleció el Marqués de Villa Orellana, por lo que los sanchistas se agruparon alrededor de la figura de su hijo y heredero, José, que un año más tarde fundaría el Partido Liberal Quitense, segunda fuerza política del país durante al menos un siglo.
División política[]
Gobernación | Provincia | Corregimientos |
---|---|---|
Pasto | Pasto | Pasto Mocoa Sucumbíos |
Tumaco | Tumaco Barbacoas | |
Quito | Ibarra | Ibarra Otavalo Tulcán |
Quito | Quito Latacunga Esmeraldas | |
Riobamba | Riobamba | Riobamba Guaranda Ambato |
Cuenca | Cuenca | Cuenca Alausí |
Loja | Loja Zaruma Jaén | |
Maynas | Macas Maynas Quijos | |
Puerto Viejo | La Canoa | Caráquez Canoa Chone |
San Gregorio | Puerto Viejo Montecristi Pichota | |
Jipijapa | Jipijapa | |
Guayaquil | Bodegas | Bodegas Baba Pueblo Viejo Palenque |
Guayaquil | Guayaquil Balzar Daule Samborondón La Puná | |
Santa Elena | Santa Elena | |
Yaguachi | Yaguachi Naranjal Machala |