Wiki Reino de Quito (1809)
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Quito
Reino de Quito

Desaparecido
(Quito, 1809)

Bandera de la Revolución de Quito (1809) 1813–1978

Bandera de la República de Quito

Bandera Escudo
Bandera Escudo
Himno nacional: Salve Dios, salve el rey
Mapa político del Reino de Quito en 1937.
Capital Quito
Idioma oficial español
Religión católica
Gobierno Monarquía constitucional
Rey/Reina
 • 1813 - 1857 Carlos I
 • 1972 - 1978 María Teresa I
Historia
 • Establecido 1813
• Creación del Reino 22 de julio de 1813
Revolución marcista 30 de marzo de 1978
Población
 • 1978 est. 10 250 000 
Moneda escudo quiteño

Historia[]

Primera Junta de Gobierno[]

La invasión napoleónica a España y la abdicación del rey Carlos IV, quien cedió el trono a su hijo Fernando VII, quien a su vez abdicó a favor del emperador francés Napoleón I, creó una tensa y caótica situación política en España y sus colonias americanas a partir de 1808.

Mientras la Casa Real española se rindió a Napoleón luego de la entrevista de Bayona, el pueblo de Madrid se sublevó, y en todo el país se formaron juntas, gobiernos locales de carácter popular que aseguraban luchar por España y por el Rey. La Junta Suprema Central, que gobernaba en nombre de Fernando VII, funcionó a partir de septiembre de 1808 en Aranjuez y Sevilla, y declaró en enero de 1809 que las colonias americanas eran territorio español; dando paso, sin advertirlo, a la posibilidad de que en América se formaran juntas similares.

Esta misma Junta Suprema Central, sin embargo, mostraría su preocupación por los nacientes movimientos independentistas y ordenaría su represión con la misma saña que luego lo haría el rey Fernando VII a su regreso al trono. No obstante, las Juntas de Gobierno de América prenderían la mecha de la independencia en toda la región.

Esta coyuntura, el ejemplo de las juntas creadas por los propios españoles, la influencia de la Revolución francesa y de la independencia de los Estados Unidos, inspiraron en Quito los planes para formar una Junta Soberana. En la madrugada del 10 de agosto de 1809 los rebeldes sorprendieron a los comandantes españoles de la guarnición de Quito y sitiaron el Palacio Real, obligando a dimitir al conde Ruiz de Castilla, presidente de la Real Audiencia.

Se formó entonces la Junta Soberana de Quito bajo el liderazgo de Juan Pío de Montúfar, marqués de Selva Alegre; quienes el 16 de agosto tomaron posesión de la administración de la Audiencia en la sala capitular del Convento de San Agustín. El 10 de agosto contó con masivo apoyo popular, pues cada uno de los barrios de la capital nombró nueve diputados al Congreso, que fueron en su mayoría los propios nobles quiteños, como los marqueses de Solanda, Villa Orellana, y Miraflores, así como profesionales ilustrados como Manuel Zambrano, Manuel de Larrea y Manuel Matheu, quienes conformaron por primera vez el Poder Legislativo quitense.

Tan pronto se conocieron los sucesos del 10 de agosto, los gobernadores españoles de Guayaquil y Cuenca respondieron con la brutalidad habitual en la época: "Particular actuación contrarrevolucionaria tuvieron, en Cuenca, el Gobernador Melchor de Aymerich y el Obispo Andrés Quintián Ponte; y en Guayaquil, el Gobernador Bartolomé Cucalón y Sotomayor, adoptó severas medidas de represalia. Se ordenó a Francisco Baquero, en Bodegas (Babahoyo), que apresara a todos los quiteños que bajaran de la Sierra, como en efecto se hizo, con secuestro y remate de todos sus bienes, que se les condujera a Guayaquil con grilletes y que se les encerrara en mazmorras. Rigor especial se tuvo con los presos enviados por Aymerich desde Cuenca, a los que encerró con cepos y grilletes, al extremo de que uno de ellos, Joaquín Tobar, Interventor de Correos de Cuenca, murió "con los grilletes puestos".

Solo las ciudades más cercanas, como Ibarra, Ambato y Riobamba, se sumaron al movimiento quiteño, mientras que Guayaquil se mantuvo leal al rey y sus autoridades pidieron al virrey del Perú el bloqueo de la costa ecuatoriana para asfixiar a Quito. Desde Bogotá y Lima, los virreyes españoles despacharon con suma urgencia tropas para sofocar a la Junta Soberana. En Popayán, el alférez real Gabriel de Santacruz contestó lo siguiente: "Considerando que arbitrariamente se han sometido los revoltosos quiteños a establecer una Junta sin el previo consentimiento de la de España, y como se nos exige una obediencia independiente de nuestro Rey Don Fernando VII, por tan execrable atentado y en defensa de nuestro monarca decretamos: Art. único. Toda persona de toda clase, edad y condición, inclusos los dos sexos, que se adhiriese o mezclase por hechos, sediciones o comunicaciones en favor del Consejo central, negando la obediencia al Rey, será castigado con la pena del delito de lesa majestad".

Así, poco a poco Quito empezaba a sentir la presión de los ejércitos realistas sobre sus hombros: «El envío de tropas desde el Norte (de Panamá, Bogotá, Popayán, Pasto y Barbacoas) y desde el Sur (de Lima, Guayaquil y Cuenca), el bloqueo de la costa por parte del Virrey del Perú, General José Fernando Abascal y Sousa, Marqués de la Concordia. Era esta la difícil situación de Quito, asediada por estas fuerzas, sin sal, sin armas suficientes y sin pertrechos, lo que originó el debilitamiento de la Junta.» Finalmente, aislada y bloqueada, el 24 de octubre de 1809 la Junta no tuvo otra opción que devolver el mando al conde Ruiz de Castilla, negociando con él que no se tomarían represalias y permitiendo el ingreso a la ciudad sin resistir de las tropas coloniales de Lima y Bogotá.

Masacre del 2 de agosto de 1810[]

El viejo conde Ruiz de Castilla retornó a su Palacio el 25 de octubre, entre los vítores de sus simpatizantes. En la cercana Ambato, el ejército de Melchor de Aymerich con 2.200 soldados se preparaba para ingresar a Quito, pero Ruiz de Castilla le ordenó retornar con su ejército a Cuenca, mientras esperaba la llegada de 700 hombres procedentes de Guayaquil, al mando de Manuel de Arredondo. En total, los españoles tenían una fuerza militar de 3500 hombres sitiando Quito, por lo que Ruiz de Castilla simplemente disolvió la Junta, y restableció solemnemente la Real Audiencia, faltando a su palabra de manera escandalosa.

Luego persiguió y encarceló a los cabecillas del 10 de agosto, obligando a los otros miembros a huir y esconderse. Con la ciudad ocupada por el Ejército colonial de Arredondo, Ruiz de Castilla ordenó a la Audiencia el inicio de procesos penales contra todos los patriotas, que fueron detenidos en su mayoría, al menos los que no tenían títulos nobiliarios.

El 2 de agosto de 1810, se produjo un motín popular, conocido como Motín del 2 de agosto de 1810 con la intención de liberar a los presos. Historiadores como Pedro Fermín Cevallos creen que tras el motín estuvieron Morales y Salinas, que tramaron su liberación para evitar el protagonismo de la familia Montúfar, puesto que Carlos Montúfar estaba camino de Quito en calidad de comisionado regio. Otros, como Quiroga, desconocieron del intento, por lo que sus hijas que lo visitaban se vieron envueltas en la refriega.

Los quiteños atacaron dos cuarteles: el Real de Lima, el de Santa Fe y una casa conocida como el Presidio, donde estaban detenidos los presos del pueblo. Los soldados respondieron asesinando a los presos en los calabozos del piso alto, y luego salieron a la calle García Moreno a enfrentarse con la turba. Durante la tarde, se produjeron choques en los barrios de San Blas, San Sebastián y San Roque, mientras los soldados saqueaban las casas más ricas del centro. Entre 200 y 300 muertos y por los menos medio millón de pesos en pérdidas dejó la criminal represalia ordenada por Ruiz de Castilla y Arredondo.

Segunda Junta de Gobierno[]

Tras una travesía de cuatro meses desde España, el 9 de septiembre de 1810 entró en Quito el coronel Carlos de Montúfar, que había sido enviado por la Junta Suprema Central en calidad de Comisionado Regio, y fue recibido con honores por el conde Ruiz de Castilla pero con algo de recelo por el resto de autoridades españolas, que veían descontentas el hecho por tratarse del hijo de quien había presidido la Primera Junta de Gobierno (tachada de independentista) en 1809.

Las tropas peruanas de Manuel de Arredondo dejaron Quito tras la llegada del Comisionado, pero fueron reemplazadas por otras enviadas desde Panamá y comandadas por Juan Alderete. Tan pronto arribó, el joven Montúfar decidió convocar una nueva Junta presidida por un triunvirado conformado por el conde Ruiz de Castilla, el obispo José de Cuero y Caicedo y el propio Carlos Montúfar. Inmediatamente se eligieron representantes tomando en cuenta a los tres estamentos, como en Francia: el clero, la nobleza y el pueblo llano, escogidos estos últimos por el método de electores.

El 22 de septiembre, los representantes electos designaron como vicepresidente de la Junta a Juan Pío de Montúfar, II Marqués de Selva Alegre y padre del Comisionado Regio. Esto no fue bien visto por las autoridades españolas y por algunos nobles, que presenciaban como la familia Montúfar alcanzaba un poder cada vez mayor.

Cuando Carlos Montúfar quiso visitar las gobernaciones de Guayaquil y Cuenca, estas no le quisieron recibir. Para aquel momento Guayaquil se había declarado separada de la Audiencia de Quito y el Virreinato de Nueva Granada, ligándose al del Perú, por lo que el virrey Abascal le escribió una misiva que rezaba: «(...) desconociéndole como Comisionado del Rey, pues no he recibido ninguna comunicación al respecto. Y aún en el supuesto de que fuere tal Comisionado no se puede extender demasiado las facultades que se la ha concedido, hasta el extremo de dictar leyes y organizar Juntas que turban la paz y tranquilidad de estos pueblos».

Para ejercer la misión a él encomendada por España, y conocer con certeza la posición del pueblo guayaquileño, Carlos Montúfar envía una carta dirigida al Ayuntamiento de esa ciudad el 20 de septiembre; en la misma explicaba que en ejercicio de su cargo de Comisionado del Consejo de Regencia para la Real Audiencia de Quito, ha determinado pasar a la ciudad portuaria. El Ayuntamiento del puerto, en sesión celebrada el 28 de septiembre con presencia de Francisco Gil Gilbert, Vicente Rocafuerte y Francisco Javier Paredes, responde: «(...) respecto de esta Provincia, está quieta y tranquila, sin necesidad de otras reformas y disposiciones que las que ha tomado el excelentísimo señor Virrey del Perú (...) y respecto de que este Cabildo no puede hacer nada que no sea conforme a lo que el referido excelentísimo señor tenga bien en disponer en este asunto, detenga su viaje».

Murió así toda esperanza de que Guayaquil se una al plan trazado por el coronel Montúfar. De igual manera recibió respuestas negativas del Ayuntamiento de Cuenca; quedando relegada la Junta a los territorios de Quito, Ibarra, Esmeraldas, Riobamba, Latacunga, Otavalo, Ambato y Guaranda.

Estado de Quito[]

Artículo principal: Estado de Quito
Para el 9 de octubre de 1811, la Segunda Junta de Gobierno que fue originalmente leal a la corona hispana, volvió a declarar que no obedecería al virrey de la Nueva Granada, reivindicando los valores de la Junta del 10 de agosto de 1809. El conde Ruiz de Castilla fue obligado a renunciar a la presidencia de la Junta, siendo sustituido por el obispo José de Cuero y Caicedo.

Apenas dos meses después, es decir el 11 de diciembre de 1811, Quito proclamó su independencia total de España bajo el nombre de Estado de Quito, con Cuero y Caicedo como Presidente y el Marqués de Selva Alegre como vicepresidente de la novel nación. Las nuevas autoridades enviaron delegados a los ayuntamientos de Guayaquil, Cuenca, Loja y Pasto para solicitar su adhesión al proyecto independentista, pues pese a la negativa que los dos primeros habían tenido anteriormente para con el Comisionado Regio, esperaban que el cambio de escenario les haría cambiar su opinión.

Al enterarse a inicios del mes de enero, el Virrey de Perú despachó inmediatamente tropas al mando del general Toribio Montes para someter a los insurrectos, enterándose en el camino que Guayaquil, Cuenca y Loja habían contestado positivamente al pedido del Obispo-Presidente y ahora se preparaba un gran ejército para defender la independencia. Particularmente en el caso de Guayaquil, el cambio de posición del Ayuntamiento tuvo que ver con las negociaciones previas que Cuero y Caicedo había tenido con Jacinto Bejarano y Vicente Rocafuerte, ofreciendo la tan ansiada independencia comercial para el puerto.

El 11 de diciembre de 1811 se instaló en el Palacio de Gobierno el Congreso Constituyente convocado por el Obispo-Presidente, en el que participaban ocho diputados por cada una de las provincias con mayor número de habitantes (Quito, Guayaquil, Cuenca, Loja) y tres por aquellas con menor población (Jaén y Mainas), para un total de 38 miembros.

El 15 de febrero de 1812 se promulgó la primera Constitución de la América hispana: la Constitución del Estado de Quito, que establecía una República con división de poderes y terminaba con cualquier sospecha sobre las convicciones independentistas de los quitenses. Más que una Monarquía Constitucional, la forma de gobierno que implantaba esta Constitución era la de un estado soberano que reconocía al Rey de España como una figura simbólica y sin poder o competencia política.

Guerra de Independencia[]

Artículo principal: Guerra de Independencia de Quito
La defensa del Estado de Quito fue preparada por Carlos de Montúfar y Jacinto Bejarano, que reunidos en la ciudad de Riobamba dividieron las tropas de en tres destacamentos principales:

  • Norte (Quito, Ibarra, Latacunga), comandadas por Pedro de Montúfar.
  • Costa (Guayaquil, Manabí, Túmbes), comandadas por Jacinto Bejarano.
  • Sur (Riobamba, Ambato, Guaranda, Cuenca, Loja) comandados por Carlos de Montúfar y Francisco Calderón.

A comienzos de febrero de 1811 Montúfar y Calderón se enfrentaron a las fuerzas del general Arredondo en la Batalla de Malacatos, al sur de la ciudad de Loja, considerada el primer encuentro bélico de la nueva nación que, al terminar en triunfo para los quitenses, disparó la moral de sus ejércitos y el pueblo.

A mediados de ese mismo año la División del Norte, liderada por Pedro de Montúfar inició la expansión de la jurisdicción de Quito por el norte, marchando sobre las ciudades de Pasto (cuyo Ayuntamiento no había respondido la carta quitense) y Barbacoas «a fin de que, haciendo publicar el auto de reunión e incorporación de dicha Provincia de los Pastos a la jurisdicción de este Gobierno (de Quito), los declare por súbditos que gozan de su legítima protección». El 16 de julio llegaron a Barbacoas y Pedro de Montúfar ofició el Cabildo, reclamando la ciudad en nombre de Quito, así como la isla de Tumaco y su puerto. El 11 de septiembre de 1811 entraban los quitenses triunfantes a la ciudad de Pasto, con lo que lograban las primeras e importantes incorporaciones.

En mayo de 1812, el Virrey del Perú nombró a Toribio Montes como pacificador y nuevo presidente de la Audiencia de Quito, lo que motivó el rechazo del Gobierno quitense y la reorganización de sus tropas para enfrentarlo. Así, el 8 de junio se encontraron una vez más los ejércitos al sur del país en la Batalla de Cariamanga, con un final nuevamente positivo para el ejército quitense, que obligó a la retirada de Arredondo y sus tropas.​ Mientras tanto, el 1 de agosto tuvo lugar la Batalla de Guayaquil entre las tropas locales comandadas por Jacinto Bejarano y las virreinales, dirigidas por Montes, que debieron replegarse al sur.

Montes intentó avanzar hacia la Cordillera Andina por la vía de Zaruma, pero fue interceptado el 10 de septiembre por el ejército de Montúfar en El Cisne, donde se produjo la Batalla de La Virgen, cuyo nombre deviene de una supuesta aparición de la Virgen María a los ejércitos quitenses, revelándoles que su triunfo sería el inicio de la libertad para Hispanoamérica. Por su parte, los asaltos del ejército virreinal neogranadino en la frontera norte eran menores, debido principalmente a las Juntas de Gobierno que debían reprimir en ese territorio y que dejaban el tema de Quito en segundo plano.

Otras batallas importantes se desarrollaron en los años venideros, pero los quitenses comenzaron a recibir financiamiento estadounidense y apoyo armamentístico inglés, que fortalecieron su ejército y lo convirtieron en el más avanzado de la región.

Las Campañas de Montúfar[]

En mayo de 1815 Simón Bolívar envió una misiva a Jacinto Sánchez de Orellana, presidente del Estado de Quito, para unir fuerzas contra la reconquista española del general Pablo Morillo, que había sido enviado por el rey Fernando VII con un contingente de doce mil soldados para someter a las provincias americanas insurrectas. Sánchez de Orellana encontró la oportunidad perfecta para deshacerse de la figura de Montúfar, al menos por un tiempo, y convenció al Congreso de enviar tropas, ya que dicha campaña de reconquista también ponía en peligro todo el proyecto independentista quitense.

El 2 de julio partieron de Quito cerca de dos mil soldados al mando del general Carlos de Montúfar, mientras los generales Jacinto Bejarano y Francisco de García-Calderón se quedaban al mando de las tropas de dos mil soldados que repelían los ataques desde el Virreinato del Perú. Finalmente, Montúfar sería una figura importante de las campañas libertadoras de Nueva Granada (1815-1816) y Venezuela (1816-1817), logradas en conjunto con la figura de Simón Bolívar.

El 11 de abril de 1817 se firmó en Caracas el "Pacto de Amistad entre los Pueblos de la Sudamérica Meridional", signado signantes los propios Montúfar Bolívar, en el que ambos líderes militares reconocían la independencia y soberanía de las Provincias Unidas de Nueva Granada, Venezuela y el Estado de Quito, así como el compromiso de defensa militar mutua y de comercio preferencial entre dichos territorios. Cuatro días más tarde, Montúfar y sus hombres iniciarían su regreso triunfal a Quito.

Creación del Reino[]

El Estado de Quito permaneció organizado como una república desde su independencia en 1811, aunque siempre con la posibilidad de adherirse o que se adhieran otros territorios, tal como lo señalaba su Constitución. Así mismo, el documento establecía una jefatura de Estado para el Rey de España, aunque en la práctica éste no tuviera ningún poder real. Así las cosas, cuando el general Carlos de Montúfar ingresaba al territorio quitense a inicios de 1817, tras haber tenido una protagónica participación en las campañas libertadoras de Nueva Granada y Venezuela junto a Simón Bolívar.

El paso de Montúfar por las diferentes localidades fue recibido apoteósicamente debido a las grandes hazañas militares registradas, así como por haber asegurado la Independencia del territorio quitense mediante el pacto con Bolívar, apartando la posibilidad de convertirlo nuevamente en una simple provincia dentro de otra nación. El 22 de agosto llegó a la Ciudad de Quito, y allí fue vitoreado por la gente que se apostó a las calles de manera masiva, llamándolo Libertador.

El Congreso se reunió inmediatamente para recibirlo con honores, mientras el presidente Sánchez de Orellana le organizó una recepción en el Palacio de Gobierno. Montúfar había regresado como una figura histórica en vida, y su influencia claramente había crecido también en el ámbito político, lo que desató la preocupación de los sanchistas, que veían peligrar la posición del Presidente.

El 25 de agosto Montúfar se presentó en el Congreso e informó oficialmente sobre el "Pacto de Amistad entre los Pueblos de la Sudamérica Meridional" que había firmado con Bolívar, y que significaba la Independencia absoluta del Estado de Quito con respecto a las dos naciones surgidas al norte de la frontera. Así mismo, exhortó a los diputados a establecer un nuevo sistema de Gobierno que dejara fuera a la figura del Rey de España, que con su sangriento ataque había demostrado lo poco que le importaban los pueblos de América, idea que resonó con fuerza en el Legislativo.

En medio de este panorama, el Congreso se autoconvocó para sesionar de manera extraordinaria, y así tratar la reforma solicitada por Montúfar, pero en el camino se planteó la posibilidad de crear toda una nueva forma de Gobierno para el país, ahora que se habían decantado por la autonomía absoluta. Entonces los diputados se dividieron en dos facciones: por un lado los monarquistas, partidarios del establecimiento de una monarquía constitucional y que respondían a los intereses de los marqueses de Villa Orellana y Selva Alegre, quienes aspiraban el poder para ellos mismos o sus familias; y los republicanos comandados por Antonio Ante, quien además presidía el Legislativo.

El asunto fue finalmente propuesto por un diputado sanchista el 26 de septiembre, extendiendo las discusiones en el pleno por casi dos semanas debido a que ninguna de las partes enfrentadas obtenía los votos necesarios. Finalmente los monarquistas lograron la tan ansiada mayoría legislativa en la votación del 8 de octubre. Fue entonces cuando los grupos procedieron a proponer los candidatos al trono: por un lado los sanchistas al Marqués de Villa Orellana, respaldados en su linaje y el gran trabajo que había llevado a cabo como presidente del Gobierno; los montufaristas se decantaron por el general Carlos de Montúfar, considerado desde entonces como el padre de la Patria y, debido a su popularidad, con muchas más posibilidades que su padre, el Marqués de Selva Alegre. Otros candidatos fueron Felipe Carcelén de Guevara, marqués de Solanda y de Villarocha; y Jacinto Bejarano, general del Ejército y representante de los diputados de Guayaquil.

Tras varias discusiones, el 14 de octubre una mayoría simple de diputados (la mitad más uno) escogió a Montúfar y se le envió una comunicación a la Hacienda Chillo-Compañía, donde se había retirado para no interferir en las votaciones. Se presentó en el Congreso a la mañana siguiente, y allí, por consejo previo de su padre y sus allegados, aceptó la corona.

Inmediatamente iniciaron las sesiones para redactar la Constitución del Reino, en las que prevaleció la figura de una federación de Departamentos libres, pero vinculados entre sí, promovida en conjunto por los diputados de Guayaquil y Cuenca, a la que si bien se opusieron los quiteños, no pudieron frenar debido al número menor que poseían en comparación con la mencionada alianza. Finalmente, el documento fue aprobado el 12 de diciembre, y entró en vigor el 1 de enero de 1818, mismo día en que se realizaría la proclamación del nuevo Rey.

Reinado de Carlos I[]

Rey Carlos de Montúfar

El rey Carlos I de Quito, por Manuel de Samaniego (1815).

Carlos de Montúfar fue proclamado rey de Quito en una ceremonia legislativa celebrada el 1 de enero de 1818, tomando el nombre de Carlos I. La coronación tuvo lugar seis meses más tarde para preparar la ceremonia y el ajuar real, así como para que pudiera llevarse a cabo en la fecha simbólica del 10 de Agosto, con una ceremonia en la Catedral, presidida y celebrada por el mismísimo obispo José de Cuero y Caicedo, que había fungido como presidente del ya extinto Estado de Quito hasta la proclamación del Rey.

Carlos I se aseguró un Tratado de Amistad con Gran Bretaña, firmado en las siguientes condiciones:

  • Gran Bretaña se reservaba (en administración conjunta con Quito) el puerto de Tumaco como enclave para sus operaciones militares y comerciales en el Pacífico.
  • Quito debía servir a los intereses británicos en suelo sudamericano, que básicamente consistía en apoderarse del virreinato del Perú.
  • Quito debía estrechar lazos comerciales con la Corte portuguesa asentada en Río de Janeiro, ya que también eran aliados británicos.
  • Quito y Brasil debían conectarse fluvialmente a través de los ríos Amazonas y Napo, para convertirse en un corredor seguro para los intereses británicos entre los océanos Atlántico y Pacífico.
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